sábado, 21 de noviembre de 2009

Libros Leídos XIXX: La Fiesta del Chivo








Pocos libros en la vida dejan un sabor de verdadera gloria... no sólo por su perfección literaria, que a veces es lo de menos en Literatura. Nos dejan una enseñanza... nos mueven una fibra delicada en nuestro ser... un conocimiento para toda la vida, y no el raquítico placebo de que "leo porque está de moda", tipo novelas de jovencitos vampiro o de magos gays con lentes ídem.

La literatura latinoamericana está empapada de política. Muchos autores americanos no solamente reflejan sus puntos de vista políticos en las letras: sino de forma activa. Cortázar. Neruda. Gabo. Verdaderos militantes. Algunos hasta ocupando altos cargos en los gobiernos de sus respectivos países. Quizá el único que no se mete en política, de los grandes, es Borges. Para él la literarura debería ser pura, ajena de pugnas ideológicas.

Y de esos literatos políticos, rara vez sobresale uno de derecha. Se dice, en forma de chiste, que la izquierda no tiene verdaderos intelectuales. En México, sin ir más lejos, el único realmente visible es Lucas Alamán. Casi todos son de tendencias de izquierda. Y reitero: los grandes. Porque un Krauze, un Camín, un Sarminento, un Catón, son bastante enclenques.

En un contexto más amplio que nuestro ranchito mexicano. Vargas Llosa no es muy querido por los izquierdosos, por sus críticas a Fidel, su enemistad con el Gabo, y su cercanía a personajes tan macabros como Aznar. Que Vargas Llosa chingue a su madre. Él y sus críticas a pro-hombres como Chávez o Evo.

Y bueno, pese a ello, a que mi colombiano nobel de literatura (dixit Fox) claramente está lejano de mi línea de pensamiento, yo tenía ganas de leerlo. Y muchas. Por que hay que saber diferencias, entre buena literatura, y panfletos, como los que siempre escriben los enclenques mencionados.

¿Cómo empezar la aproximación? ¿Qué libro es el adecuado para la iniciación? Con Gabo era fácil: Cien años de Soledad. Con Isabel Allende, La Casa de los espíritus. Con Cortázar, Rayuela. No había dudas. ¿Y con Vargas Llosa? ¿Conversación en La Catedral acaso? ¿La ciudad y los perros? ¿La casa verde?

Opté por una más reciente, pero que abordaba un tema acaecido décadas antes de que siquiera mis padres se conocieran: La Fiesta del Chivo, sobre La Era, la dictadura de Trujillo, una de las más pavorosas entre esa maratónica colección de dictaduras auspiciadas, toleradas, financiadas y bendecidas por el tío Sam para combatir al comunismo impío durante buena parte del siglo XX.

Algo sabía de la dictadura del Chivo, pero no tanto como las de Pinochet, Videla, Somosa... lo mío era más continental. Lo caribeño poco llamaba mi atención. Imbécil mil veces.

Empecé a leer el libro el lunes, y terminé hace pocos minutos, maravillado por un lado, horrorizado por el otro, y con más inquietudes que certezas, más allá de un curso intensivo de historia dominicana, reforzado por mi curiosidad y la bendición de la internerd, que me permitió salir de dudas históricas y geográficas cada que estas me abordaban.

Incluso pasajes desconocidos de mi México fui desenmarañando... Kennedy, Castro, Betancourt... wow... que riqueza histórica fui degustando...

Aprendí mucho, y me quedé con muchas dudas que iré sacieando en los próximos días, profundizando en la historia caribeña, más allá de las barbadas costas de Cuba.

Y bueno, la historia de La Fiesta del chivo nos habla del regreso a la antigua Ciudad Trujillo de Urania Cabral para enfrentarse a sus demonios internos, que la han atormentado por décadas, incluso cuando la Era lleva lustros enterrada. A los 14 años huyó a toda velocidad de la República Dominicana sin despedirse de nadie, no contestando jamás las cartas o los telefonazos. Estudio, se esmeró y llegó a ser una mujer exitosa en la capital del mundo, pero su alma estaría, inexorablemente, atada, unida, ligada, amalgamada con sangre, a la historia no tan reciente, pero tampoco tan lejana para ser olvidada, de su terruño caribeño. ¿Qué la hizo comportarse de esa forma tan ingrata con el pobrecito, inválido y piltrafa de ser humano en que se había convertido su padre, Agustín, el Cerebrito, Cabral, hombre cercano al Jefe que poco antes de la partida de Uranita había caído en desgracia, y buscaba ufanosamente la forma de volver a recuperar la venia del Señor?

Tras esta trama Vargas Llosa nos regala la visión del ocaso de una de las dictaduras más funestas en la historia de nuestro continente, tan lejano de dios pero tan cercano del tío Sam. Los juegos del poder de toda esa escoria humana que encantada de su servilismo y autodenigración ensalsaban al Padre de la Patria Nueva con tal de no caer en desgracia, como le había pasado al Cerebrito Cabral. Personajes macabros que superan en la realidad la ficción de cualquier novelista, como Johny Abbes García, como la vergüenza viviente de Ramfis Trujillo, o el Constitucionalista Beodo... o tan insignificantes en apariencia, como el Pelele, el Fantoche, el Pequeño, el Circunspecto, el Chapelén mandatario de Joaquín Balaguer, que tanto me recordó a Talleyrand en su actuar...

Nos narra también un día común en la vida del benefactor de la patria, el desinteresado y abnegado, por su patria de Rafael Leónidas Trujillo, (LRT, Rectitud Libertad Trabajo) , quien de forma amorosa adquiere el control casi total de la industria dominicada, sólo para que el país crezca, para que nadie ose robar, para tener orden, libertad y progreso... que la gente tenga trabajo y no haya caos en las calles. ¿Cuántos no anhelan el regreso de ese tipo de hombres fuertes hoy en día, con tanta delincuencia, secuestros, violencia en las calles de nuestra amada América Latina? Ok, había libertades restringidas... pero la violencia sólo venía de los disconformes con el sistema, no de cuanto pinche loco se le antojase...

Y si algo nos ha enseñado la historia, es que se puede matar a quien sea... por muy Trujillo que sea... es más, por ser precisamente ese Trujillo que disfrutaba de sus juegos enfermos de poder para vejar al mínimo suspiro a quien se le diera la gana... a ese Trujillo que alimentaba aquel nefasto sistema político, al que hasta Estados Unidos y la Iglesia Católica, usuales aliados de las peores mierdas de la historia universal, ahora le volteaban la espalda. "Ingratos"... el país más combativo del comunismo en América ahora era mal visto por sus antiguos aliados. Puto Kennedy. Puto Juanito XXIII. Puto Betancourt. Y puto Castro.

Con tanto enemigo, externo e interno, era lógico que surgieran conspiraciones para eliminarlo... los motivos sobraban: lavar las afrentas, vengar la sangre derramada, por la patria, por hostigar a la iglesia católica -esa santa!-... sin faltar, claro la restauración de la democracia, la libertad y todas esas pendejadas que siempre enarbola el tío Sam a lo largo de todos los golpes de estado y magnicidios de América Latina. El Chivo estaba sentenciado...

¿Quién organizó ese atentado que cambiaría de forma tan radical la historia de la isla, y del Caribe todo? ¿Cómo la vivieron días, horas y en el instante mismo del golpe? ¿Como acabaron todos esos mártires de la futura democracia de Balaguer, bendecida y protegida por Washington?

Aunque hace mucho de todo eso, y el mundo ya era otro, Urania se enfrentaba a esos fantasmas del pasado. A ese padre que la había destruído de una forma más letal que el mismísimo Chivo, que lloriqueando ante su trémula piel de niña le preguntaba al cielo el porqué de su abandono, no en su lucha contra esos malagradecidos dominicanos, purpurados o yanquis de mierda. Para eso no necesitaba ayuda. Por 31 años los había mantenido a raya. y seguiría haciéndolo por mucho tiempo más, muy a su pesar debido a la escoria de familia que tenía, que jamás continuaría su proyecto redentor del pueblo dominicano. No. Ese abandono en su virilidad, esa maldita enfermedad que lo tenía en zozobra constante. Esa maldita traición de su próstata que amenazaba con humillarlo ante el público de forma constante. Y esa maldita niña flaquita, testiga de todo aquello, era el recuerdo que se llevaría a la tumba, al mismísimo infierno donde, seguramente, competiría con Hitler por el galardón del bigotín más sexy...

Algunas frases del libro...

  • Fue su primera concesión, su primera derrota, en manos de ese maestro manipulador de ingenios, bobos y pendejos, de ese astuto aprovechador de la vanidad, la codicia y la estupidez de los hombres.
  • has tenido suerte de no casarte, de no tener familia -prosiguió Trujillo. Muchas veces habrás creído que es una desgracia no dejar descendencia. ¡Pendejadas! El error de mi vida ha sido mi familia. Mis hermanos, mi propia mujer, mis hijos. ¿Has visto calamidades parecidas? Sin otro horizonte que el trago, los pesos y tirar. ¿Hay uno capaz de continuar mi obra? ¿No es una vergüenza que Ramfis y Radhamés, en estos momentos, en vez de estar aquí, a mi lado, jueguen polo en París?
  • Nada atrae tanto a la carne negra como la blanca.
  • Sean cuales sean las sorpresas que el porvenir nos reserve, podemos hallarnos seguros de que el mundo podrá ver a Trujillo muerto, pero o prófugo como Batista, ni fugitivo como Pérez Jiménez, ni sentado ante las barras de un tribunal como Rojas Pinilla. El estadista dominicano es de otra moral y estirpe.
  • "La eliminación física de la Bestia es bien vista por dios si con ella se libera un pueblo".
  • En la secretaría hay un traidor o un inepto. Espero que sea un traidor, los ineptos son más dañinos.
  • ¿Sabes una cosa, Cerebrito? Yo no hubiera vacilado ni un segundo. No para reconquistar su confianza, no para mostrarle que soy capaz de cualquier sacrificio por él. Simplemente, porque nada me daría más satisfacción, más felicidad, que el Jefe hiciera gozar a una hija mía y gozara con ella. No exagero, Agustín. Trujillo es una de esas anomalías en la historia. Carlomagno, Napoleón, Bolívar: de esa estirpe. Fuerzas de la Naturaleza, instrumentos de dios, hacedores de pueblos. Él es uno de ellos, Cerebrito. Hemos tenido el privilegio de estar a su lado, de verlo actuar, de colaborar con él. Eso no tiene precio... Se me acaba de ocurrir al ver lo linda que se ha puesto -repitió-. El Jefe aprecia la belleza. Si le digo: "Cerebrito quiere ofrecerte, en prueba de cariño y de lealtad, a su linda hija, que es todavía señorita", no la rechazará. Yo lo conozco. Él es un caballero, con un tremendo sentido del honor. Se sentirá tocado en el corazón. Te llamará. te devolverá lo que te han quitado. Uranita tendrá un porvenir seguro. Piensa en ella, Agustín, y sacúdete los prejuicios anticuados. No seas egoísta.
  • Dios mío, hazme esa gracia. Necesito tirarme como es debido, esta noche, a Yolanda Esterel. Para saber que no estoy muerto. Que no estoy viejo. Que puedo seguir reemplazándote en la tarea de sacar adelante este endemoniado país de pendejos. No me importan los curas, los gringos, los conspiradores, los exiliados. Yo me basto para barrer esa mierda. Pero, para tirarme a esa muchacha, necesito tu ayuda. No seas mezquino, no seas avaro. Dámela, dámela.
  • ¿Y en tantos años no has aprendido que el superior responde por sus subordinados? ¿Qué es responsable por las faltas de éstos?
  • La receta de Petronio y del rey Salomón: un coñito fresco para devolver la juventud a un veterano de setenta primaveras.
  • Cuando las miradas se volvieron hacia él, asintió con timidez, como excusándose de verse forzado a intervenir.
  • Él tenía setenta y yo catorce -precisa Urania, por quinta o décima vez-. Lucíamos una pareja muy dispar, subiendo esa escalera con pasamanos de metal y barrotes de madera. De manos, como novios. El abuelo y la nieta, rumbo a la cámara nupcial.
  • Éste era el Generalísimo, el Benefactor de la Patria, el Padre de la Patria Nueva, el Restaurador de la Independencia Financiera. Éste, el Jefe al que papá había servido treinta años con devoción y lealtad, al que había hecho el más delicado presente: su hija de catorce añitos.
El pueblo celebra
con gran entusiasmo
la fiesta del Chivo
el treinta de mayo...


Mataron Al Chivo - Orquesta Santa Cesilia


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